Tomando café en el patio y escuchando el sonido de las raquetas de madera golpeando las pelotas de tenis, de la pista de paddle que tengo al lado de mi Shangrilá particular, me han venido recuerdos de mi infancia de los veranos en la costa oriental malagueña. Allí jugábamos a todo tipo de juegos al aire libre, y uno de ellos era dar raquetazos contra la fachada del edificio, el “Queen Mary”, frente al faro de Torre del Mar. Es curiosa la capacidad de los sentidos de transportar tu mente hacia los caminos primigenios de nuestra existencia, cuando más a flor de piel estamos ante un mundo aún por descubrir.
Ese verano mi padre había comprado en la playa un radiocasette a un vendedor ambulante marroquí por unas 6.000 ptas creo recordar ,”barato , barato paisa”. Después de comer, como hasta las 5 no nos dejaban bajar a la piscina nuestros padres a mis hermanos y a mi, me encerraba en el cuarto, radiocasette en ristre, a matar el tiempo grabando canciones de la radio. Comenzaba así a definir mis tendencias musicales, a base de escuchar lo uno , lo otro y lo de más allá, algo que me ha acompañado hasta el día de hoy. Había que tener el oído bien preparado y cuando empezara la canción identificarla y decidir si grabarla o no, en un alarde de perspicacia auditiva. Entre otras cosas, porque si “grababas encima” varias veces empezaba a sonar mal, y bajito…Así, poco a poco, ibas consiguiendo una “cinta recopilatoria” de lo más trabajada, incluso con las voces de los locutores que sonaban por encima de los temas al principio y al final. Imaginad si eran analógicos los “loros” aquellos, que se grababa hasta el ruido de los botones al apretar play-rec. El concepto de LP vendría más tarde, de momento mi corazón se iba llenado de canciones…”Moonlight Shadow” de Mike Olfield, “Sufre Mamón” de Hombres G, “Mejor” de Los Brincos(pegaba por aquel entonces “La década prodigiosa”), “Maniac” de Michael Sembello, “Hola Mamoncete” de Ilegales, “Barco a venus” de Mecano, “La noche no es para mi” de Video, y un sinfín de canciones mas iban dando cemento a esas míticas cintas, tan reescuchadas ese verano.
Eso sí, al dar las 5, religiosamente salía por la puerta camino de la piscina y me iba a buscar a mis amigos y a ronear con la chica que me gustara en aquel momento, para luego tomar la merienda y echar el partido de fútbol de las 7 frente al antiguo estadio, en una preadolescencia de lo más prometedora..que, para mal o para bien, se forjó a base de estar pendiente “a ver que suena”.
Y así paso la vida , encerrando bellos momentos en cintas imaginarias, construyendo mi imaginario libre, tal y como aprendí, para luego compartirlos dándole al “Play”…