Deambular por esas calles de Malasaña tenía un aura especial, mezcla de libertad, peligro y algo más , quizás el morbo de lo desconocido para un adolescente de provincias como yo. Aquel verano había sido especial en Torre del Mar y bajo los focos del Mogambo me había enrollado con una de nuestras amigas de Madrid, Silvia, una amiga de Raquel, la de Móstoles. El caso es que comenzaba octubre y allí me encontraba, con mi chupa de cuero y mi amigo Andrés , en los madriles, tomando unas cervezas en una noche fresquita. Andrés era de Alcorcón, y se movia muy bien por el metro pero en la superficie era un poco desastre. Recuerdo que quedamos en mi pensión, en la Carrera de San Jerónimo y al salir a la calle me dijo convencido ¡por aquí! Y tras dar una vuelta a la manzana a los 10 minutos estábamos otra vez en el portal de la pensión, mas perdidos que un pulpo en un garage. En fin, después decidí guiarle yo a él y, poco a poco, fuimos acercándonos a nuestro destino, que no era otro que la plaza del 2 de mayo.
Habíamos quedado con Silvia, Raquel y “Las bollitos”, Noelia y Vanessa en el Pepe Botella. Luego, como siempre, fuimos de bar en bar, de la Vía Láctea al Penta, del Café de la Palma a la Sala Maravillas, respirando un ambiente especial, de auténtica libertad. Y degustando unos bares con un carácter arrollador, auténticos foros donde entrelazar miradas y arañar corazones solitarios. A un alma libre como la mía siempre le han impresionado siempre mas la gente y los ambientes libres que los monumentos y los museos. Y en Malasaña, además , se respiraba un ambiente musical, canalla y alegre que es difícil de explicar, era necesario estar allí , aunque sea un fin de semana como yo, para poder percibirlo. El poder de la juventud y sus propuestas, lo que ahora se ha venido llamando “lo alternativo” ,era parte esencial en cada esquina del barrio, donde aun no habían tiendas de chinos, ni apenas botellón, ni franquicias ni gastrobares refinados, ni saturación…
Como acabó la noche no os lo se decir, no me acuerdo amigos. Lo que si recuerdo es que cuando volví a Málaga tuve la certeza de que alguna parte de mi vida la iba a respirar en ese Madrid, que tantos sueños había levantado en mi vulnerable corazón
Ese Madrid donde reinaban los garitos, como faros mitológicos en callejuelas oscuras, y esa música, esas canciones que consiguen que te pueda amar…