LUCHA DE GIGANTES

LUCHA DE GIGANTES

 

Esta tarde me desperté de la siesta con angustia, como un niño perdido que busca donde refugiarse. Me había quedado dormido con una lista aleatoria de música española en el móvil, y sonaba una de Antonio Vega . Lo primero que vi al abrir los ojos fue la puerta de madera del armario de mi cuarto y , por un momento, una sensación de tranquilidad y sosiego me invadió:  Todo ha sido una pesadilla. Estoy en casa, ahora me levanto, me pongo un café y hablo un rato con mi padre. Y luego me bajo a Los Marfiles. Pero inmediatamente, a medida que iba enfocando con mi mirada a otras zonas de la habitación me iba dando cuenta de que no estaba  en mi habitación de la Avenida de Andalucía de Málaga ni estaba en 2009 y de repente pasaron 13 años hacia adelante, envejecí 13 años en un segundo. Me encontraba en mi casa actual de Sevilla, desprotegido, recién levantado de descansar tras un viaje en coche desde Madrid , en el que pude abrazarme a uno de mis mejores amigos, Miguel Rabaneda. Y si, me desperté perdido, acaso en soledad después de haber hecho un pequeño viaje al pasado, ya que Miguel y yo nos conocemos desde hace casi 30 años, y volver a separarme de él supongo que debe haberme afectado un poco.

Los misterios de la mente, como es posible que relacione a mi padre Jose Luis con Antonio Vega. Ni lo conocía, seguro. Y que Antonio y su música me lleven a 2009, el año en que el se fue y que yo vivía en casa de mi padre ,mientras buscaba alquiler, una secuencia que se repetía mas o menos cada dos años. Los sueños, sueños son diría aquél.

 Mi padre prefería escuchar música clásica. Como muchos de los padres de nuestra generación, entregó su vida a protegernos a mis hermanos y a mí y descuidó otro tipo de realidades y eso nos ha debido quedar muy adentro. Él se fue hace unos años, yo a veces creo que eligió el momento para que pudiéramos heredar sus bienes en vida y organizar las nuestras, al vernos  preparados ya para ello. De ahí el episodio onírico de esta tarde. Pero también hemos aprendido a sobreponernos a la adversidad y seguiremos luchando, como a el le hubiera gustado.  Antonio Vega, el chico de ayer, ha venido esta tarde para recordarme que hace 13 años yo tenía un padre que cuidaba de mi y ahora tengo que pelear solo, como lo hizo el toda la vida. Que no me hunda en la soledad como se hundió él. Justo esos 13 años que llevamos sin él, pero con el legado de sus canciones.

 Ahora Antonio y mi padre compartirán conversaciones allá donde estén.  Y mi padre se dedicará a lo suyo, proteger a los que tiene cerca. Y seguro que entre los dos combatirán, en lucha de gigantes, contra las adicciones que le martirizaban para que así Antonio pueda componer por fin en libertad, canciones magistrales que nos eleven del sucio suelo.

 Y, de vez en cuando, me enviaran sinceros mensajes en sueños, para que no baje la guardia y disfrute al máximo de las maravillas de la vida, esas mismas que ellos no pudieron disfrutar.

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