EL TIEMPO DETENIDO

EL TIEMPO DETENIDO

Después del partido de fútbol de la liga del instituto, nos apurábamos en volver a casa porque teníamos el tiempo justo para ducharnos y vestirnos de gala. Era viernes, sabréis de que os hablo. Migue Trenado venía a recogerme, me esperaba en el salón hablando con mis padres mientras yo perfeccionaba mi tupé en el cuarto de baño, escuchando “Bailaré sobre tu tumba” o alguna de Kortatu en el radiocasette. En esa época estaba saliendo con mi vecina Marina, a ver si esta noche la dejaba salir su padre, que no veas lo receloso que era(y con razón).

Todavía no teníamos ni vespino, o sea que con nuestras 500 pesetas en el bolsillo(3 Euros) nos íbamos andandito a La Campana de calle Alemania, donde podían aparecer Michel, Nuria, Víctor, Álvaro, Elena ,Angie…. Allí nos apretábamos un litro de cerveza a medias sin acritud, sin la tentación de mirar un móvil aun no inventado, hablando de todo un poco, de payaseo…y, siempre deprisa, a entrar a MAX’s, la disco de los viernes. Veníamos aquí porque en la pista de arriba ponían música española y también cosas como The Cure y The Smiths, que nos resultaban de lo más excitante para unos indocumentados de 14 años como nosotros. Pues eso, que como a las 21:00 entrabamos a la disco y a las 23:00 había que salir pitando para casa. “Escuela de calor”, “El ángel caído”, “El ritmo del garage”, “Que tal homosexual” y lo más granado de los hits de la nueva ola nacional nos marcaban el ritmo de los viernes. Bendito sea el que pinchara, que no me acuerdo de él, y benditos himnos que nos hicieron abrir el corazón a una feliz adolescencia.

El caso es que aquellas escasas dos horas en Max’s las recuerdo como un mundo. Con el tiempo detenido y en blanco y negro, como en "Rumble Fish". Y claro, era un despertar a las primeras novias ,el alcohol, la música ,bailar…lo que constituía un mundo sideral en nuestras alocadas cabecitas, regadas además con la serotonina del ejercicio físico anterior del partidillo de fútbol y del fin de la semana “laboral”. Tan profundas fueron las impresiones que aquella época con banda sonora causaron en mí, que recuerdo ciertos momentos como si fueran realmente fotogramas, imborrables al paso del tiempo, acaso un poco más borrosos, pero ahí están, los recuerdo mejor que lo que hice ayer. Bendita sea también la memoria selectiva.

Marina no vino a Max´s esa noche, con lo cual bailé y me emborraché sin más. Estábamos predestinados a querernos toda la vida, pero no a compartirla. Desde la primera vez que la vi, angelical, en la planta diáfana del bloque lo supe. Por cierto, vaya discazos rockabillies que tenía su padre, proporcionales en magnitud a la mala ostia que gastaba, todo sea dicho con cariño.

En fin, a partir de ahora vendría lo mejor, pero se acababa la fiesta del despertar adolescente, el tiempo cada vez iba a pasar más rápido. El curso siguiente ya nos hicimos con un vespino cada uno y ya empezamos a pensar en estudiar tal o cual carrera(yo aun no, yo suspendia hasta religión) y, poco a poco, fuimos pasando etapas que también nos sorprenderían y alegrarían nuestra existencia, hasta llegar a nuestros días, que no es poco.

Pero aquellos primeros pedazos de realidad en los que se nos detenía el tiempo, aquellos cachitos de vida con pasajes musicales ,nos predestinaron a ser felices con tres euros en el bolsillo por siempre, porque esas canciones rozaron nuestros corazones para quedarse, para modelarnos el alma, ayudar a forjar nuestro sentido de la amistad,… y prepararnos para todo lo que vendría después.

 

 

 

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