Desde que por primera vez unos chavales se juntaron para formar un grupo, el proceso de aprendizaje siempre ha sido el mismo: se comienza imitando descaradamente a los clásicos para poco a poco adquirir autonomía y originalidad, y a continuación lanzarse a desarrollar sus propias habilidades. ¿Siempre? Para mi sorpresa, desde hace unos años la crítica especializada se ha rendido sin paliativos ante algunos grupos que, no lo niego, tienen estupendas canciones, pero que recuerdan demasiado sospechosamente a bandas de hace treinta y hasta cuarenta años. Está bien, no me andaré por las ramas y daré nombres: los muy publicitados Carolina Durante se me antojan una copia posmoderna de los Nikis (sin su desprejuiciado sentido del humor, eso sí), mientras que Derby Motoreta’s Burrito Kachimba suenan a rock andaluz (Alameda, Medina Azahara, Triana…) por los cuatro costados. Hala. Ya lo he dicho.
¿Estamos, como dicen los ingleses, rebañando el fondo del barril? ¿No ha habido innovación en el mundo del rock en los últimos años? ¿Fue el grunge (¡y ya ha pasado agua bajo los puentes!) la Última Gran Cosa que ha producido la música popular? ¿Quizás por eso el reguetón ha triunfado con tanta facilidad, entrando como un cuchillo en la mantequilla caliente de una escena musical incapaz de reinventarse? Preguntas, preguntas, preguntas… Cabe la posibilidad de que (como sucedió con la ópera) se haya establecido un canon de obras de calidad indiscutible que impide que propuestas más recientes encuentren el beneplácito de los melómanos (¿quién va a apostar por un grupo nuevo cuando puede sumergirse en la obra de Bowie, o de los Beatles, o de Dylan?). Y por eso, no es de extrañar que algunos de los grupos amantes de las guitarras eléctricas (que, aunque minoritarios, siguen al pie del cañón) decidan viajar en la nave del tiempo a aquellos años gloriosos en que el pop aún tenía cosas que decir. Y si los componentes de Derby Motoreta’s (unos músicos de aúpa, por otra parte) se sienten más cercanos al legado de aquel mítico rock andaluz de finales de los setenta que a los experimentos de ahora mismo, ¿quién es el guapo de pedirles que inventen algo nuevo?
Quizás lo mejor fuera dejar de hacerse preguntas, y por eso hay que agradecer al gobierno que restringa la asignatura de filosofía hasta lo casi testimonial. No, olvidad ese sarcasmo, que hay gente que se lo toma todo al pie de la letra. Lo ideal sería reformular las preguntas así: ¿son las canciones de los Derby Motoreta’s buenas? En mi opinión son excelentes, y desprenden una energía que se echaba en falta. ¿Son originales? Como decía Eugenio D’Ors, todo lo que no es tradición, es plagio. Os traduzco: no intentes inventar la pólvora, y limítate, oh despistado músico posmoderno, a hacer buenas canciones, de esas que a los oyentes nos gusta tararear y, si te vienes arriba, puedes rematar haciendo un punteo imaginario. Ya se encargará la historia de dictaminar si eres un simple reciclador de fórmulas pretéritas, o por el contrario eres un revitalizador de un estilo que aún tiene mucho que aportar. Y, en todo caso, a ti lo que diga la historia te la tiene que traer floja ¿He hablado claro?