Aquella mañana, como todas las mañanas desde hacia un mes, me levanté y llamé al teléfono de atención ciudadana para confirmar que había alerta roja. Esto se traducía en que mis padres se iban a trabajar y yo me quedaba solo en casa, con lo cual la ecuación estaba echada: un par de litros de cerveza, unos cuantos amigos y a ver Grease en el salón de mi casa, Otra vez.
Corría el año 1989 y la ciudad estaba manga por hombro a causa de unas inundaciones tremebundas . Llevaba un mes lloviendo sin parar de manera torrencial, por algo sería supongo. Aunque en esa época no había tanto estudio de la meteorología como ahora, básicamente salía Mariano Medina con un palo y señalaba en el mapa donde iba a llover. Y ese año tocó Málaga. Y aquí paz y después gloria. Bueno volviendo al tema, el caso es que en mi casa sólo teníamos una cinta VHS de 3horas y 15, en la que estaban grabadas “Aterriza como puedas” y “Grease”. Y como no teníamos internet ni móvil ni la madre que lo parió, pues quedábamos con las chicas del Instituto para que vinieran a mi casa a ver los números musicales de Danny Zucko y Sandy, a ver si se nos pegaba algo. Migue Trenado, Víctor, Álvaro, las Elenas,…
Grease era como un padrenuestro generacional, nuestro vademecum particular, nos sabíamos de memoria los diálogos. Los padres del baby boom nos lo habían entregado en forma de disco y de película, con unos personajes absolutamente irresistibles en nuestro imaginario juvenil…nunca hubiera pensado, 33 años después, que se me iban a erizar los pelos de todo el cuerpo tras sentir,cual fantasma que me atravesara, un brutal escalofrío al leer en los medios de comunicación on line y en las redes sociales que Sandy se ha ido. Hay cosas difíciles de digerir y esta es una de ellas. Hace poco hablaba con mi hermano Migue que todos nuestros idolos de juventud, tanto del cine como de la música, van a ir desapareciendo poco a poco, y es algo que tendremos que asimilar. Ahora bien, en nuestra generación somos bastante cabezotas y nos vamos a resistir a perderlo todo. Después de llorar amargamente, vuelvo a confirmar mi creencia de que hay personas que no mueren, simplemente se van. Y Olivia simplemente se ha ido, con Danny, volando en ese Ford Deluxe de 1948, hacia un lugar mejor y dejando en nuestros corazones ese rastro de gasolina, esa belleza de su sonrisa, ese brillo en la mirada y esa alegría de vivir.
Gracias por seguir dentro de nosotros para siempre
I got chills, they´re multiplying...