PEDREGALEJO

PEDREGALEJO

Recuerdo aquellas emocionantes tardes de sábado como si hubieran ocurrido ayer. Habían unas pocas de tribus urbanas por aquella época y mucho colorido en la calle. Hordas de vespas y vespinos cruzando la ciudad de lado a lado. Eran tiempos de diversidad cultural y de las jodidas autopistas de la desinformación aun no se intuía nada.
Pues eso, que tras pasar por vestuario(negro, con booggies) y peluquería(tupé reglamentario), salías a la calle dirección “El Zaragozano”, que era un banco al principio de calle Larios donde habías quedado el día anterior(“ a las siete en El Zaragozano”). Ese nuestra ubicación y nuestro “maps”para ir de movida a Pedregalejo: la puerta de un banco, estratégicamente colocado cerca de la parada del 11, ese autobús que nos transportaba a nuestro Shangrilá particular cada semana.
Recuerdo el choque emocional la primera vez que entré en “Nueva pulsación”. Nunca antes había visto tal reunión de crestas , tupes, gabardinas y chupas de cuero. Creo que sonaba “El ángel caído”de Danza Invisible, con esa siniestra cadencia de notas del principio en la guitarra. Era la modernidad, ni mas ni menos. Era eso es lo que estaba descubriendo. Después de una infancia al abrigo de Naranjito, Mazinger Z y Verano Azul(menuda triada para forjar una personalidad a prueba de bombas), aparecía un mapa totalmente por colorear, un incierto y atractivo camino para andar en solitario, y en compañía, una maravillosa libertad para saborear y jugar con ella. Y no era cuestión de perder aquel tren…
Recuerdo que esa noche estábamos Michel y yo tomando unas litronas en la puerta de la frutería de al lado de Bobby Logan, tan panchos, y apareció Angie con el pelo absolutamente escardado, maravillosamente pintada con lápiz de labios negro, con esa mirada seductora. El flechazo fue instantáneo y si, me refiero a ese amor primerizo, al que no llega a nada luego. El amor poco maduro. ¿O que coño de amor se tiene con 14 años?. Bueno el caso es que acabamos en la terraza del Nueva Pulsación hablando mientras sonaba Rock and Roll Star y creo que ese día nos hicimos amigos, y hasta ahora. Eso si, del primer nivel nunca pasamos. Pero la sigo queriendo como amigo, 35 años después. Aunque no nos veamos en años. Aunque ella no se lo crea.
El caso es que cada vez que pienso en ella recuerdo un atardecer en Pedregalejo…
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