Y DICEN QUE EL CIELO PUEDE ESPERAR, rezaban Los Hermanos Dalton allá por aquellos ya, quien lo diría, lejanos años 90. Pero tu te bajaste del tren, justo ese de Tom Waits, el Downtown Train que te lleva al barrio, a tu manera: de una vez y sin avisar. No iba contigo aquello de contar tus preocupaciones a nadie, siempre habías ocupado el papel opuesto, el de aquel que con su aliento te sacaba de los malos tragos. Pero aquella noche de invierno tu corazón paró, acaso de darse siempre a los demás y no dejar un poquito para ti. Eras tan grande para mi y para tantos otros, que la noticia nos dejó helados. No parecías aquel tipo que tuviera en su agenda bailar con la sórdida dama así, de repente. ¿O acaso fuiste fiel a tu espíritu punk, muérete joven y al menos dejarás un cadáver bonito? No lo creo, pocas personas con tus ganas de vivir se cruzaron por mi camino y nadie me hizo reír como tu lo hiciste porque tu talento siempre voló muy alto…
Te bajaste del tren, aquel que salió de tu adorada Ceuta con la colección completa de Los Ramones debajo del brazo, que pasó por tu querida Málaga donde nos subimos unos cuantos en tu mismo vagón, que te llevó camino de Entrevías con tu imprescindible y adorable tía Antonia , camino de convertirte en uno de los periodistas con más arte que ha habido en este país.
Capaz de llevar debajo del asiento del coche lps de The Dictators, Elvis Costello y Paul Collin´s Beat mezclados con lps de SMASH, Bambino y Veneno, si hubo algo te definió es que eras un revolucionario elegante. REVOLUCIONARIO porque siempre fuiste fiel a tus ideales, absolutamente intocables y opuestos a muchas medianías sociales y ELEGANTE porque siempre entregabas la mejor de tus sonrisas para mandar al carajo a los mediocres. Efectivamente, no es necesario llevar cresta, los pantalones con el tiro por el suelo y veinte tatuajes para tener personalidad y saber decir NO.
En MOGAMBO queremos que un pedacito de tu alma esté siempre con nosotros, de tu buen gusto musical. De tu arte para grabar casettes recopilatorios que eran auténticas bombas de vitamina para el alma, que nos ayudaban a pasar los momentos regulares. De ese AMOR con mayúsculas que tenías a la música, a la vida, a la libertad. Y que, de alguna manera, representes el espíritu de los aficionados anónimos, a los verdaderos, a los que les sigue haciendo ilusión rebuscar en las estanterías de las tiendas de discos, con la ilusión de un niño, y poder encontrar algún tesoro que les transporte a otros lugares. ¿O acaso no es lo que buscamos en la música?
Paco Blanco, va por ti.