Joaquín Sabina - Hotel, dulce hotel(1987)

Primer gran corte de mangas al futuro de Joaquín Sabina. A partir de este trabajo, la rana se convierte en príncipe. Punto de inflexión en la carrera del madrileño de Úbeda, no me cabe la menor duda de que si no hubiera sido aquí habría sido en otro momento cuando hubiera eclosionado. Estaba cantado.  Sabina, tan caricaturizado como bonvivant canalla de ecosistemas urbanos donde abundan el lumpen y el puterío, es , no obstante,un corredor de fondo. Intuitivo e inteligente, supo aterrizar de tapado en plena Movida,ya mayorcito, con su oferta irónica -festiva y neohippie llamada La Mandrágora (junto con Alberto Pérez y Javier Krahe)demostró que en la industria musical española de la época había sitio para muchos tipos de oferta musical, y lo que es mas importante, que se avecinaban años de prosperidad y apertura, nunca vividos en nuestro país, que no había que dejar escapar. Y es en este LP, donde Joaquín da un paso al frente, lanza el órdago y presenta su manera macarra de enarbolar un rock and roll patrio, para sorpresa de unos cuantos a los que se les estaba secando el tupe por momentos. “Besos de judas”, “Mónica”, “Oiga doctor” telonean a la joya del disco, “Pacto entre caballeros”, un acelerado rock and roll en el que Sabina nos empieza a contar esas historias callejeras que suceden en la urbe pero de otra manera, exiliando (temporalmente)a las guitarras acústicas hacia el olvido, despojándolas del protagonismo cantautoril de pasados trabajos. Y resulta que bellos himnos de desamor como la incomparable “Así estoy yo sin ti”empiezan a entrar en nuestros hogares de la mano de Telecasters afiladas, con fraseos que ya forman parte del imaginario colectivo. Algunos rockeros de la época criticarían al muchacho por meterse en zonas reservadas para las élites pop-rockeras de este país, lo que sonó en su día a envidia por los taquillazos que iba coleccionando el de Úbeda. Incluso alguno de los críticos(y me callo nombres) daría el vuelco inverso en el futuro de intentar pasar del rock a una música mas intimista, viéndoseles las costuras de mala manera al no estar arropados por los decibelios.

 Y hablando de decibelios, Joaquín fue listo y sabía que para ganar los estadios de fútbol y las plazas de toros necesita meter otro tipo de temas y sonidos mas acordes con lo que es un espectáculo frente a miles de personas. Era bohemio, pero no tanto. Por eso digo que de bonvivant despreocupado en sus inicios, nada de nada. Mas bien intuitivo, trabajador y frontman macerado, de voz arenosa. La resaca emocional llegará después de alcanzar la cúspide con “19 días y 500 noches”, pero eso ya es otra historia…

Ed Original 1987

Sello:Ariola