Mike Oldfield – Tubular bells(1973)
Un disco como este permite todas las exageraciones. A principios de la década de los setenta, un chaval que aún no había cumplido los veinte años (aunque ya se había fogueado en el ambiente rockero junto al gran Kevin Ayers) se paseaba por las discográficas con una insólita sinfonía sin canciones para que alguien se la publicara. No vamos a reproducir lo que le respondieron por si hay niños delante. Pero como los clementes dioses premian a los audaces, dio la casualidad de que el por entonces desconocido Richard Branson tuviera el olfato suficiente para intuir que ahí había algo muy valioso. El futuro magnate consiguió para Oldfield un estudio de grabación, donde este llevó a cabo su proyecto, tocando prácticamente todos los instrumentos. Una música inusual, atmosférica e indescriptible salió de allí, y antes de que aquella rareza acabara en el cajón de las excentricidades alguien tuvo la brillante idea de dejar que unas gotas de ella perfumaran las escenas más inquietantes de “El exorcista”. Bingo. “Tubular bells” se vendió por toneladas, y el zangolotino de Oldfield se convirtió (a su pesar) en una superestrella con acné. Recordad esta historia la próxima vez que, en la barbacoa de la urba, vayáis por ahí jactándoos de que vuestro hijo es un superdotado porque se sabe el verbo To Be de corrido.
Edición original 1978
LP / 2M
Sello: Ariola
VG++ / VG++
Insert original / Hoja con letras
Cara A: Tubular bells (part one)
Cara B: Tubular bells (part two)